Seguro que estáis intrigados por la receta de buñuelos de ballena. Tranquis, yo os lo explicaré, no es nada complicado.
Como todos sabéis, mi hermano Miguel tiene pasión por todos los animales, pero siente veneración por uno. ¿No lo adivináis?. Si, por las ballenas. Tiene cantidad de libros de ballenas, conoce varias clases de ellas, las pinta, juega y duerme con ellas, imita sus sonidos, canta canciones de ballenas... pero le faltaba algo.
Un día, mis papás le propusieron hacer algo diferente, algo como ¡ Buñuelos de ballena!. Él no sabía qué eran esas cosas, pero sólo con mencionar la palabra ballena se apuntó a la aventura.
Un día, mis papás le propusieron hacer algo diferente, algo como ¡ Buñuelos de ballena!. Él no sabía qué eran esas cosas, pero sólo con mencionar la palabra ballena se apuntó a la aventura.
Nos reunimos junto a una mesa, mi mamá, mi papá, mi hermano y yo, y comenzamos a organizarnos. Para hacer los buñuelos de ballena necesitábamos varios ingredientes, todos importantes, pero sobre todos ellos destacaba uno, ¡necesitábamos una ballena!.
Nos pusimos a pensar cómo conseguir una ballena en Alicante y la empresa no resultaba fácil. Mi papá llamó por teléfono a varios pescadores para preguntarles si tenían ballenas, pero todos le respondían que este año las ballenas se habían ido de vacaciones a la zona polar y que no sabían cuando volverían. Entonces mi hermano Miguel exclamó:
-. ¿Por qué no vamos al mar, por la zona del Postiguet y Cabo de las Huertas, y miramos si hay alguna ballena?. Puede que alguna estuviera malita o le cogiera cariño a Alicante y haya preferido no marcharse de vacaciones con las demás.
A todos nos pareció una buena idea. Nos pusimos en marcha enseguida. Mi papá le pidió prestado un bonito barco a un amigo. Nos subimos todos y comenzamos a navegar. Cuando llevábamos un ratito, mi mamá gritó:
-.¡ Mirad, allí lejos, allá se mueve algo!
De un salto nos pusimos de pie y escrutamos la zona. Pero no vimos nada, sólo un mar inmenso de color azul que invitaba a zambullirse en sus aguas.
-. ¡De verdad, he visto algo, pero parece que ha desaparecido bajo las aguas!, volvió a decir mi mamá.
Nos sentamos de nuevo pero sin quitar el ojo a la zona que había dicho mi mamá. Poco a poco, sin darnos cuenta, abstraídos por las vistas y disfrutando de la brisa marina, habíamos llegado a la zona de Cabo de las Huertas. Entonces mi hermano Miguel, recordando lo que ha visto y leído en todos su libros de ballenas, alzó su voz y nos dijo:
-. Esta zona tiene muchas calas, si alguna ballena ha preferido quedarse, este es el sitio adecuado para esconderse y protegerse durante un tiempo. Debemos estar muy atentos y mirarlo todo muy bien.
Nos pareció interesante lo que había dicho mi hermano y todos nos pusimos en alerta. Dimos una pasada por las calas mas escondidas y nada sobresaltaba nuestras vidas. Todo indicaba que deberíamos regresar con las manos vacías. Nuestra receta de buñuelos debería esperar. Pero, de pronto, vi que algo grande se movía entre unas algas gigantes, me levanté como un resorte y grité con todas mis fuerzas:
Nos pareció interesante lo que había dicho mi hermano y todos nos pusimos en alerta. Dimos una pasada por las calas mas escondidas y nada sobresaltaba nuestras vidas. Todo indicaba que deberíamos regresar con las manos vacías. Nuestra receta de buñuelos debería esperar. Pero, de pronto, vi que algo grande se movía entre unas algas gigantes, me levanté como un resorte y grité con todas mis fuerzas:
Mi papá detuvo el barco muy cerca de las algas. Miramos con mucha atención y nos quedamos impresionados ¡ Era una ballena!
Mi hermano, muy emocionado, enseguida explicó que era una cría de ballena de la Calderón común o ballena piloto de aleta larga, de color negro con una mancha ventral blanca en forma de ancla. Se llama así por la forma de caldero de su cabeza. Los adultos llegan a pesar unas 2 toneladas y 6 metros de longitud. Esta cría pesaría unos 500 kgs.
Notamos que algo le pasaba. Se movía y agitaba entorno a las algas gigantes. Observamos que estaba enredada en las algas y no podía desprenderse de ellas y nadar hacia mar abierto. Emitía pequeños silbidos como de llamada de auxilio. Necesitaba ayuda. En uno de sus movimientos, sacó la cabeza del agua y nos miró fijamente durante unos segundos. Mi hermano se sobrecogió al ver aquella mirada; notó que aquellos grandes ojos estaban implorando ayuda. Entonces, mi hermano se olvidó de los buñuelos de ballena y decidió actuar:
Notamos que algo le pasaba. Se movía y agitaba entorno a las algas gigantes. Observamos que estaba enredada en las algas y no podía desprenderse de ellas y nadar hacia mar abierto. Emitía pequeños silbidos como de llamada de auxilio. Necesitaba ayuda. En uno de sus movimientos, sacó la cabeza del agua y nos miró fijamente durante unos segundos. Mi hermano se sobrecogió al ver aquella mirada; notó que aquellos grandes ojos estaban implorando ayuda. Entonces, mi hermano se olvidó de los buñuelos de ballena y decidió actuar:
-¡Papá, creo que la ballena nos está pidiendo ayuda, tenemos que hacer algo!, exclamó.
Mi papá y todos nosotros pensábamos lo mismo. Rápidamente lanzamos el ancla del barco sobre el alga gigante y comenzamos, suavemente, a tirar de ella. Lentamente, el alga se fue desplegando sobre el agua como un enorme manto verde. Al mismo tiempo, la ballena se iba quedando al descubierto y parecía cada vez más grande. Ya no gritaba tanto, tampoco se agitaba ni se retorcía sobre sí misma. Al fin, se desenredó totalmente y comenzó a nadar. En un instante desapareció bajo el agua. Todos nosotros saltábamos sobre el barco y gritábamos de alegría. ¡ Bravo, la hemos liberado!
Sin embargo, nos preocupaba que se hubiera marchado "sin decir nada". Pero en unos segundos, la vimos aparecer a nuestro lado, sacar la cabeza y expulsar un gran chorro de agua hacia el cielo. Comenzó a dar vueltas alrededor de nuestro barco dando señales de alegría y gratitud. Nosotros, mientras, aplaudíamos con furor. Estaba muy contenta. Nosotros también, porque la habíamos liberado. Poco después, emitió un chillido muy fuerte, como de despedida, se hundió en el agua y desapareció.
Entonces, mi hermano Miguel, muy emocionado, dijo:
-.Hoy hemos hecho algo muy bonito. Estoy muy contento. ¡Gracias, familia, os quiero mucho!
Luego, los cuatro nos fundimos en un gran abrazo.
P.D. Regresamos a casa y nos pusimos a hacer los "buñuelos de ballena", pero sin ballena. Un besito.
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