Nos fuimos nosotros cuatro, los abus, la abuelita, Félix y Pilar, y José Félix, ¡ una buena tropa!.
Luego, mientras yo jugaba con la abuelita, mi hermano echaba una mano regando las macetas y el almendro.
Más tarde llegó nuestro amigo y vecino Pedro. Nos ayudó a montar la tienda .
Mientras, los mayores iban progresando con la casita. Estaban tan cansados que hicieron un alto para tomar una cervecita.
También nosotros nos pusimos las pilas. Sacamos la casita de colores y los juguetes al patio de la casa. Después nos sentamos y comenzamos a pintar y cantar.
Como mi hermano no podía más, se echó una siestecita.
... y terminaron de montar la casita. Quedó tan bien, que lo celebramos con otra cervecita.
¡Ni mi hermano ni yo íbamos a ser menos! Por lo menos nos hicimos la foto con la botella.
Y teníamos que estrenar la casita. Así que entramos a jugar en ella; mi papá también.
Enseguida nos fuimos a comer. Mi tía Pilar nos había preparado un corderito al horno de leña, en cazuela de barro, que me río yo del Bullí. Y José Félix sacó un Pesquera para rematar la faena. Fue un gran colofón para el montaje de la casita.
Al final, caímos agotados y mi hermano y yo nos tumbamos en la hamaca. ¡Un placer pal cuerpo! Un besito
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