El sábado pasado, 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora, celebramos el bautizo de mi primo Álvaro, hermanito pequeño de mi primo Juan.
Unos días antes, mi hermano y yo nos quedamos a dormir en casa de mis abus. Durante la tarde nos fuimos de paseo por el Puerto y mi abu nos compró un bonito delfín, que mi hermano sujeta fuertemente.
Ya en casa, por la noche, nos sentamos en el sofá de mis abus y nos tomamos un refrigerio en forma de bibe.
Luego, nos quedamos un ratito a ver los dibujos de la TV y nos preparamos para dormir, pensando en el bautizo de mi primo.
Y llegó el día del bautizo. Todos acudimos a las 12 horas a la Iglesia de Nuestra Señora de Gracia. Como era mi hora de siestecita, llegué, casi dormido y en silla, con mis papás. Mi hermano había entrado antes acompañando a las abuelas.
Y llegó el momento clave. El sacerdote le ungió con los Santos Óleos y le echó el Agua Bendita. Mi primo ni se inmutó. Parece que va a ser un chico con aguante.
Después, nos fuimos todos al restaurante Aldebarán, en el Puerto. Había que dar rienda suelta a la alegría de estar todos juntos.
A los peques nos pusieron en una mesa muy grande. Yo empecé a "organizar" un poco las cosas.
Mientras Álvaro dormía, los mayores, todos muy contentos, después de una buena comida, inmortalizábamos el momento.
Cuando Álvaro se despertó, rápidamente acudieron en su ayuda la tía Cristina y la abuelita. Estaba sorprendido de tanta fiesta.
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