viernes, 21 de febrero de 2014

LA CASITA DE MADERA

Hola a todos:



El fin de semana pasado  cogimos la furgoneta  que nos prestó el tío Fofo, cargamos la casita de madera que estaba en Mandarina y muchas  cosas más, y nos dirigimos a Sierra Espuña. Mi papá quería montar la cabaña allí para que nosotros podamos jugar y disfrutarla.




Nos fuimos nosotros cuatro, los abus, la abuelita, Félix y Pilar, y José Félix, ¡ una buena tropa!.



Nada más llegar comenzó el montaje: Mi abu y Félix planificaban la operación, mientras tanto, mi hermano y yo nos pasábamos la pelota.





Luego, mientras yo jugaba con la abuelita, mi hermano echaba una mano regando las macetas y el almendro.












Más tarde llegó nuestro amigo y  vecino Pedro. Nos ayudó a montar la tienda .







Mientras, los mayores iban progresando con la casita. Estaban tan cansados que hicieron un alto para tomar una cervecita.



También nosotros nos pusimos las pilas. Sacamos la casita de colores y los juguetes al patio de la casa. Después nos sentamos y comenzamos a pintar y cantar.






Como mi hermano no podía más, se echó una siestecita.







 ... y terminaron  de montar la casita. Quedó tan bien, que lo celebramos con otra cervecita.



¡Ni mi hermano ni yo íbamos a ser menos! Por lo menos nos hicimos la foto con la botella.








Y teníamos que estrenar la casita. Así que entramos a jugar en ella; mi papá también.





 Enseguida nos fuimos a comer. Mi tía Pilar nos había preparado un corderito al horno de leña, en cazuela de barro, que me río yo del Bullí. Y José Félix sacó un Pesquera para rematar la faena. Fue un gran colofón para el montaje de la casita.


Al final, caímos agotados y mi hermano y yo nos tumbamos en la hamaca. ¡Un placer pal cuerpo! Un besito

domingo, 9 de febrero de 2014

LA FERIA, EL JARABE Y "THE BASURING"



Hola a todos:





El sábado pasado estuve en casa de  mi abu. Fui yo solo porque mi hermano se estaba preparando para ir  al teatro a ver la obra de Aladin, que dirige Cristina, la hija de la madrina de mi papá.
Allí encontré el sombrero de  mago de mi hermano y me lo probé, para ver como me quedaba. 



Luego cogí el elefante de la trompa azul y estuve jugando un  rato con él. 
Cuando me cansé de jugar, fui  a la cocina y llamé a mi abu. Cuando vino, le señalé con el dedo hacia donde estaba el jamón, "kakón" para mi, y le indiqué que me partiera unos trocitos. Mi abu me partió unos cuantos y yo me los comí sin darles tregua. ¡Está tan bueno el kakón!




Hace unos días nos fuimos a la Feria de los tiovivos, columpios y demás. Nada más llegar me subí a un cochecito amarillo y comencé a hacer un rally. Por el estilo que muestro se ve que tengo potencial. 

También vino con nosotros Adrián, el sobrino de  Vito.



Adrián y mi hermano se subieron a la canoa y navegaron por las turbulentas aguas.









Pero lo más  doloroso ha sido "la aventura" que ha  protagonizado mi hermano. En su afán de coger las chuches que mi mamá guarda en un armario, se subió a una silla  para abrirlo y buscar en él. En esa búsqueda encontró un frasco de jarabe, un antitusígeno, y como le pareció  interesante, comenzó a beber y a beber hasta que se lo acabó.






Cuando se dieron cuenta mis papás, le cogieron  y le llevaron  al hospital, donde le hicieron un lavado de estómago. Estuvo una noche en observación en el hospital, acompañado por mi mamá. A pesar del susto, él parecía no darle mucha importancia por la cara que pone.






De vuelta a casa, a los pocos días, rescató de la basura su primera conquista, una bonita casa de colores a la que le dará mil usos. Por ser la primera, le ha puesto el nombre de "basuring". Está muy contento con su adquisición.Un besito.

jueves, 6 de febrero de 2014

LOS BUÑUELOS DE BALLENA. Un cuento para Miguel.

Hola a todos:



Seguro que estáis intrigados por la receta de  buñuelos de ballena. Tranquis,  yo os lo explicaré, no es nada complicado. 
Como todos sabéis, mi hermano Miguel tiene pasión por todos los animales, pero siente veneración por uno. ¿No lo adivináis?. Si, por las ballenas. Tiene cantidad de libros de ballenas, conoce varias clases de ellas, las pinta, juega  y duerme con ellas,  imita sus sonidos, canta canciones de ballenas... pero le faltaba algo.










Un día, mis papás le propusieron hacer algo diferente, algo como ¡ Buñuelos de ballena!. Él no sabía qué eran esas cosas, pero sólo con mencionar la palabra ballena se apuntó a la aventura.





Nos reunimos junto a  una mesa, mi mamá, mi papá, mi hermano y yo,  y comenzamos a organizarnos. Para hacer los buñuelos de ballena necesitábamos varios ingredientes, todos importantes, pero sobre todos ellos destacaba uno, ¡necesitábamos una ballena!.






Nos pusimos a pensar cómo conseguir una ballena en Alicante y la empresa no resultaba fácil. Mi papá llamó por teléfono a varios pescadores para preguntarles si tenían ballenas, pero todos le respondían que este año las ballenas se habían ido de vacaciones a la zona polar y que no sabían cuando volverían. Entonces mi hermano Miguel exclamó:



-. ¿Por qué no vamos al mar, por la zona del Postiguet y Cabo de las Huertas, y miramos si hay  alguna ballena?. Puede que alguna estuviera malita o le cogiera cariño a Alicante y  haya preferido no marcharse de vacaciones con las demás.
 A todos nos pareció una buena idea. Nos pusimos en marcha enseguida. Mi papá le pidió prestado un bonito barco a un amigo. Nos subimos todos  y comenzamos a navegar. Cuando llevábamos un ratito, mi mamá gritó:
-.¡ Mirad, allí lejos, allá se mueve algo!
De un salto nos pusimos de pie y  escrutamos la zona. Pero no vimos nada, sólo un mar inmenso de color azul que invitaba a zambullirse en sus  aguas. 
-. ¡De verdad, he visto algo, pero parece  que ha desaparecido bajo las aguas!, volvió a decir  mi mamá.


Nos sentamos de nuevo pero sin quitar el ojo a la zona que había dicho mi mamá. Poco a poco,  sin darnos cuenta, abstraídos por las vistas y disfrutando de la brisa marina, habíamos llegado a  la zona de Cabo de las Huertas. Entonces mi hermano Miguel, recordando lo que ha visto y leído en todos su libros de ballenas, alzó su voz  y nos dijo:
-. Esta zona tiene muchas calas, si alguna ballena ha preferido quedarse, este es el sitio adecuado para  esconderse y protegerse durante un tiempo. Debemos estar muy atentos y  mirarlo todo muy bien.

Nos pareció interesante lo que había dicho mi hermano y todos nos pusimos en alerta. Dimos una pasada por las calas mas escondidas y nada sobresaltaba nuestras vidas. Todo indicaba que deberíamos regresar con las manos vacías. Nuestra receta de buñuelos debería esperar. Pero, de pronto, vi que algo grande se movía entre unas algas gigantes, me levanté como un resorte y grité con todas  mis fuerzas:



-. ¡Ahí hay algo grande que se mueve!

Mi papá detuvo  el barco muy cerca  de las algas. Miramos con mucha atención y nos quedamos  impresionados ¡ Era una ballena! 
Mi hermano, muy emocionado, enseguida explicó que era una cría de ballena de la Calderón común o ballena piloto de  aleta larga, de color negro con una mancha ventral blanca en forma de ancla. Se llama  así por la forma de caldero de su cabeza. Los adultos llegan a pesar  unas 2 toneladas y 6 metros de longitud. Esta cría pesaría unos 500 kgs.


Notamos que algo le pasaba. Se movía y  agitaba entorno a las algas gigantes. Observamos que estaba enredada en las algas y no podía  desprenderse de ellas y nadar hacia mar abierto. Emitía pequeños silbidos como de  llamada de auxilio. Necesitaba  ayuda. En uno de sus movimientos, sacó la cabeza del agua y nos miró fijamente durante unos segundos. Mi hermano se sobrecogió al ver aquella mirada; notó que aquellos grandes ojos estaban implorando ayuda. Entonces, mi hermano se olvidó de los buñuelos de ballena y decidió actuar: 



-¡Papá, creo que la ballena nos está pidiendo ayuda, tenemos que hacer algo!, exclamó.
Mi papá y todos nosotros pensábamos lo mismo. Rápidamente lanzamos el ancla del barco sobre el alga gigante y comenzamos, suavemente, a tirar de ella. Lentamente, el alga se fue desplegando sobre el agua como un enorme manto verde. Al mismo tiempo, la ballena se iba quedando al descubierto y parecía cada vez más grande. Ya no gritaba tanto, tampoco se agitaba ni se retorcía sobre sí misma. Al fin, se desenredó totalmente y comenzó a nadar. En un instante desapareció bajo el agua. Todos nosotros saltábamos sobre el barco y  gritábamos de alegría. ¡ Bravo, la hemos liberado!


Sin embargo, nos preocupaba que se hubiera marchado "sin decir nada". Pero en unos segundos, la vimos aparecer a nuestro lado, sacar la cabeza   y expulsar un gran chorro de agua hacia el cielo. Comenzó a dar vueltas alrededor de nuestro barco dando señales de alegría y gratitud. Nosotros, mientras, aplaudíamos con furor. Estaba muy contenta. Nosotros también, porque la habíamos liberado. Poco después,  emitió un chillido muy fuerte, como  de despedida, se hundió  en el agua y desapareció.


Entonces, mi hermano Miguel, muy emocionado, dijo:
-.Hoy hemos hecho algo muy bonito. Estoy muy contento. ¡Gracias, familia, os quiero mucho!
Luego, los cuatro nos fundimos en un gran abrazo.






P.D. Regresamos a casa y nos pusimos a hacer los "buñuelos de ballena", pero sin ballena. Un besito.