El domingo pasado celebramos "nuestros santos", el de Mateo y los Migueles. Aunque el de Mateo lo habíamos celebrado en su día, el 21 de septiembre, también lo unimos a la fiesta.
El día anterior, por la tarde, nos fuimos a dar una paseo por la ciudad. Como hacía calor, mi hermano Miguel pidió un helado. Estaba tan bueno que me lo dio a probar.
Al rato descubrí una trapa y, al igual que mi hermano en su momento, comencé a pisotearla con fuerza para hacerla sonar.
Mi hermano, que es muy aventurero, se fue a buscar dátiles.
Mientras, los mayores, aprovechaban para tomarse una cervecita.
Miguel jugaba con la cigarra.
El día del santo, el 29 de septiembre, nos fuimos de comida.
Entre plato y plato, mi hermano y yo jugábamos muy concentrados.
Los dos Migueles muy contentos.
Después, nos fuimos al parta de mi abuelita. Allí jugamos los dos, a llevar piedras a la papelera. También, al balón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario